Despliega sus brazos
para soñar con una mirada
que acaricie sus pasos,
para soñar con una voz
que se deslice en su piel.
(... y pisaré fuerte
frente a la adversidad...)
Silueteado ante la nada,
espera...
un instante,
el silencio de una nota.
(... y bailaré, bailaré
frente a la adversidad...)
Mimetizo mis silencios
con las palabras,
mis palabras con los sueños,
los sueños de mi voz...
y me escondo
entre el vértigo y el caos,
aterida en el olvido,
pétrea ante el viento.
Palabras... silencio,
sueños en el olvido;
luz para una mirada,
sombras en las manos.
Cara o cruz de un mismo lado,
reflejándose la voz callada.
Quién soy si las manos son de lluvia,
lluvia para una sonrisa,
sonrisa para un sueño;
quién soy si la mirada es vacío,
vacío para una voz,
voz para un recuerdo.
Palabras... silencio,
cara y cruz del mismo lado.
Escucha...
lo que dice mi silencio,
lo que hablan mis sueños.
¿Me escuchas?
siempre las mismas palabras,
siempre los mismos vacíos.
Escucha...
el latido del olvido,
el ritmo del deseo.
¿Me escuchas?
con las manos calladas,
con la voz de lluvia.
Escucha...
lo que sueño,
lo que espero.
Cuando las palabras
se vistan de ayer
desnudándose en el silencio,
cuando las miradas
vaguen insomnes
varadas en un abismo,
cuando las manos
abracen la arena
perdida de los naufragios,
cuando los sueños
sean la cárcel...
de un paisaje desdibujado,
de un instante fragmentado;
cuando sea reflejo irisado
en el ocaso de la tarde,
cuando sea voz muda
en la luz de un sueño;
cuando el estanque dorado
sea de las sombras,
del silencio... del olvido.
De ser,
del otoño,
de sus lluvias,
de su viento,
de su soledad.
De ser,
de la mar,
de sus naufragios,
de su sed,
de lo eterno y su azul...
... y cuando escuches mi silencio,
ya mis manos serán del ayer,
ya mis miradas serán recuerdo.
Cuando el gallo canta...
nadie duerme,
calla el silencio.
Cuando el gallo canta...
nadie sueña,
calla la mañana.
Cuando el gallo canta
y el silencio se rompe,
despiertan mis manos.
Serán de sombras y silencios
los latidos de la mañana...
y en cada nuevo amanecer,
una mirada en las manos,
una voz muda para las sonrisas.
Amanecer en tímido desorden
entre el sueño y la luz,
luz desdibujando paisajes negros,
luz aullando entre mentiras.
Ser de nube en el viento,
o de viento en el mar;
mar oculto detrás del olvido,
olvido en la comisura de la boca...
boca y soledad,
soledad y vacío.
Sueños de día,
de noche, sueños que se difuminan
en el intervalo de una mirada y su silencio;
sueños que no esperan,
viajeros entre las manos que los acallan;
sueños que son mentira,
engaños entre la soledad y el ayer.
Sueños de noche,
de día, sueños desdibujados
en una cuadrícula de silencio;
sueños que huyen,
andarines en las miradas calladas;
sueños que se transforman,
mentiras entre las manos y sus naufragios.
Día, noche... noche, día;
tan sólo un instante,
tan sólo un mismo sueño...
y el silencio contrastado,
el engaño en la mirada...
un instante,
un sueño,
las mismas palabras
para la mentira de la mirada.
Detrás, el Sol,
su silencio,
mi silencio,
esos sueños perdidos
de las manos;
detrás,
sus miradas de lluvia
entre las mías...
y el fuego,
el fuego errante
cortando la voz,
amilanando las palabras...
detrás,
todo detrás.
Hoy no supe
qué decirle al silencio,
y enajenada me abracé al vacío,
al vacío de mis manos;
no supe lloverme,
y me arrastró el viento
rompiendo mis sueños.
Y así como todo cambia,
me transformé en ave migratoria
buscando su nido, su paisaje.
Hoy mis manos
deambularon vacías
como nubes sin lluvias...
sólo de fuego,
de fuego y arena,
de arena y viento.
En una calle cualquiera
de un sueño sin nombre,
sin dueño,
sólo del silencio,
de la soledad
de los pasos sin huella.
No importa el color de las miradas,
de las sonrisas perdidas en el abismo;
en la calle sin nombre,
mueren los sueños en el silencio,
en la huella del viento.
Y transitar en la soledad de la noche
sobre el frío asfalto,
transitar en la mirada de la noche
sobre la soledad del asfalto...
en una calle cualquiera,
sin nombre,
sin sueños.
Si vas a llover
deja que resguarde
mi voz en el silencio,
mis manos en su soledad;
deja que calce mis miradas
en el ayer de un sueño,
mi sonrisa en el otoño.
Si vas a llover
deja que desnude
mi cuerpo en el viento,
mis sueños en su tormenta;
deja que vista mi piel
en la memoria de una caricia,
mi boca en los naufragios.
Si vas a llover...
sólo si vas a llover.
Llegan tarde las caricias,
las palabras, las voces,
un recuerdo ya olvidado;
llegan tarde los sueños,
las miradas, las manos,
un recuerdo ya abandonado...
y el cielo queda herido,
roto en su arco iris,
en silencio, en la sombra,
inválido entre los deseos,
incapacitado en el amanecer,
postergado en el ocaso...
dónde irá su caminar,
dónde su sonrisa...
la del cielo,
el cielo herido.
De las nubes, mis lluvias...
de las lluvias, mi silencio...
del silencio, mi poema...
de un poema, mis manos,
desarraigadas en sus sueños,
soñadoras en su olvido.
Un paisaje cambiante;
ahora luz, ahora sombra,
ahora las palabras,
ahora la soledad de la voz.
De las nubes, mis miradas...
de las miradas, mis sueños...
de los sueños, mi ayer...
del ayer, mis manos,
ancladas en sus silencios,
viajeras en el viento.
Un paisaje cambiante;
frío y lluvia,
lluvia y viento...
y un silencio en las manos,
un silencio en la voz.
Donde se desangran los silencios
en un mar de plata,
lejano, distante,
extranjero en miradas y sueños;
donde se amanece en voces dormidas,
párpados hambrientos,
manos abiertas;
donde se reflejan los deseos
que serán recuerdos,
memorias en la piel,
en el andar por caminar,
en el camino por recorrer...
... donde el ayer se dibuja en una mirada,
somnolienta... desangrada en un silencio.
Inmune de tus miradas
diluidas en olvidos,
de tus caricias del color
de las ausencias,
de tus palabras vacías
como nubes sin lluvia.
Yo... y mi silencio
crepitando en soledad,
yo... y mis sueños
extinguidos, desarmados.
Puede que mis miradas
ya no escriban en el viento,
que mis manos ya no miren,
no sientan sus palabras;
puede que todo sean sueños,
mentiras que los labios
van callando en su olvido...
puede que nada exista
y mi reflejo no sea ni sombra en la lluvia,
puede que tu recuerdo sea el vacío,
la nada en la memoria de un deseo...
un deseo, un engaño
que la piel llora en su soledad;
un deseo, un engaño
que la piel no olvida...
puede que todo sea abandono,
cristales empañados de olvidos...
una ventana carcomida
en las horas varadas de ayer,
una ventana entreabierta
al abismo de la soledad.
Dos miradas,
un reflejo vacío;
dos abandonos
en la noche;
afuera, la luz;
dentro, la soledad.
De los labios a las manos;
palabras entre un silencio,
entre una mirada
encordada al olvido.
Guitarra y acordes,
voces mudas;
guitarra y voz,
un poema callado.
Viajes aparcados en los sueños,
entre la maleza que destierra las miradas
en su silencio, en su olvido;
viajes varados en las horas
marcando su soledad,
desmenuzando los minutos
en el vacío del camino,
en el vacío que dejan
las caricias de una esperanza.
Ya dejó el viento
su huella en las miradas,
en esas manos pequeñas,
prietas y frías...
(silencio blanco,
soledad negra)
... esas calles
que callan su pasado
en los sueños perdidos.
... esos momentos
parados en la memoria.
(silencio blanco,
soledad negra)
Me retiro,
no a mis aposentos,
sino al silencio,
al olvido...
(... y en cada peldaño,
una muerte;
en cada muerte,
un abismo;
en cada abismo,
el vacío de la piel...)
me retiro,
aterida de silencio,
desnuda en el olvido.
Manos vacías,
miradas muertas,
sin nada qué decir...
y el silencio,
sólo silencio...
y lo que fue,
sólo lo que fue...
y el olvido,
sólo el olvido.
En un amanecer cualquiera
de una ciudad fantasma,
de nombre invierno,
de calles ausentes
sin huellas ni voces,
de silencios grises
entre las miradas...
camino con las manos
entre los bolsillos,
ateridos los sueños,
encogidas las palabras.
Me fui... regreso,
con sonrisas ebrias
de palabras tristes,
de miradas ausentes;
quizás, no sea más
que una adicta compulsiva
de versos muertos,
de renglones torcidos
entre las manos de soledad;
de silencios callados
entre esos huecos negros
rellenos de paisajes olvidados.
Y, ¿dónde irán mis pasos perdidos
entre las playas desiertas?
¿Dónde quedarán mis huellas
cuando el viento cubra de silencio
la arena helada y sin memoria?
Voy... vengo,
embriagada de ayer
entre los dedos enjutos,
ávidos de esa nostalgia
que entristece las sonrisas...
sonrisas ebrias de palabras tristes,
de versos y silencios callados.
