Te daré mis paisajes, aquellos que en las manos reposan, esos que en la voz dormitan... y dormiré en el hueco del silencio donde se mecen los sueños, donde nacen las mañanas.
Es la cara de los sueños perdidos, de las palabras sin su voz, de las caricias sin la piel; la cara del olvido entre las manos. Es la cara de una nota sin su música, de una sonrisa que quiere unos labios, de una mirada buscando un horizonte... ... es la cara que se queda cuando sólo hay vacío, anhelante, pillada en sorpresa, preguntándose dónde están los mañanas... ... o quizás no sea más que un coco, juguetón y perezoso entre mis manos, aburridas, esperando sus palabras.
Y no para de llover, salpicando miradas, empañando sueños; lluvia que amilana, lluvia que trastorna, sentidos... memorias. No para de llover, no, y en cada gota, en cada olvido, se ahogan los recuerdos en el silencio.
El otro día... vi perecer mis manos en el silencio de una palabra: Olvido... ... porque Olvido es el amanecer en las mañanas inciertas. El otro día... el amanecer fue Ocaso, y el Ocaso es Olvido... ... en el silencio de la noche, en un sueño desdibujado.